Entradas

El zorro de arriba y el zorro de abajo ~ José María Arguedas

Imagen
«Obtuve en Chile un revólver calibre 22. Lo he probado. Funciona. Está bien. No será fácil elegir el día, hacerlo.» El 5 de noviembre de 1969,   José María Arguedas fecha la última carta que escribe a su editor Gonzalo Losada, dejando como posdata estas palabras. El tambor de aquel artilugio de muerte aloja la bala predestinada a acabar con su vida. El día 27 del mismo mes, el escritor apurimeño redacta un último escrito dirigido al rector y alumnado de la Universidad Agraria La Molina, explicando los motivos de la fatal decisión, extendiendo agradecimientos y disculpándose por elegir esa institución para consumar el acto. Al día siguiente, en nota aparte a este último escrito, aclara por qué marcó esa fecha en el calendario; luego apretó el gatillo. Para comprender la importancia de El zorro de arriba y el zorro de abajo hemos de conocer el simbolismo de la antigua narración indígena que lleva por título, así como tener presente el estado mental del autor al redactarla

Europa ~ David Llorente

Imagen
La portada . El que tenga dudas sobre esta novela que se fije en la clarividencia de la portada. Quizá su mente no alcance a comprenderla, pero tras la lectura su alma la entenderá. La narración comienza de forma potente y directa, en primera persona, por boca de Aureliano Luminaria, el hijo de Max Luminaria (protagonista de 'Te quiero porque me das de comer'; cirujano y asesino en serie más famoso de Carabanchel), contándonos cómo vengó el atropello mortal y premeditado (según él) de su amante, y cómo lo justifica: «los maté en legítima venganza» / «la venganza es más digna que la justicia» ; y lo hace mientras nos va presentando a otros personajes (proceso constante en toda la novela), cuyo punto de vista y situación a lo largo de la historia hace que se repitan ciertas secuencias antes observadas por el lector, con ligeras variantes que nos van descubriendo nuevos detalles del ajusticiamiento, poniendo a prueba al lector sensible o de arcada fácil. Progresivamente i

Señor de las periferias ~ Jesús Montiel

Imagen
El texto comienza así :  «Cada muchas literaturas la historia alumbra un niño ensimismado que pasará entre los suyos como una anomalía. Parecido a esas flores que brotan en las orillas de las carreteras» . Justo antes, tras la dedicatoria inicial, el autor individualiza una frase de Robert Walser:  «Yo he nacido para ser un regalo» . Así en frío, el entrecomillado (extraído de su primera novela: «Los hermanos Tanner») no dice demasiado y a la vez lo dice todo; luego, como si se tratase de un poso varado en el subconsciente del alma, va calando en el lector mostrándose en amplitud. No falta a la verdad quien identifique este ejemplar como una biografía novelada sobre el escritor suizo Robert Walser; tampoco quien añada que está tintada de poesía y ostenta sabiduría de ensayo; pero no se haría justicia sin especificar que Señor de las periferias tiene cuerpo propio, pudiéndose disfrutar en plenitud independientemente del interés que tenga el lector en la vida y obra del biog

42 kilómetros para amar el maratón ~ Alfredo Varona

Imagen
*Cornetas y tambores amenizan las calles, ciñendo lo cotidiano a ritmo de procesión. Es Viernes Santo. Calles cortadas y tupidos aparcamientos dificultan el tránsito mientras los hosteleros hacen su agosto a finales de marzo. El quiosco de los helados se mantiene en plena ebullición tras adaptar los horarios de apertura al testigo de las alarmas estomacales de los clientes, en clara maniobra de contrarrestar el tradicional consumo de torrijas y demás dulces de Pascua. A pesar de la dificultad de encontrar antipiréticos que te mantengan inmune a la fiebre festiva que fluctúa en el ambiente, los atletas que acostumbran a entrenar en el parque sito a espaldas del quiosco hoy tampoco han perdonado su entrenamiento. Huele a incienso y elucubro si aquello que Alan Sillitoe llamó «la soledad del corredor de fondo» no tendrá alguna relación con procesionar oculto bajo el caperuz de alguna de las muchas cofradías que protagonizan la Semana Santa, y si bien es cierto que hasta que no pasa el ú

Las cuentas pendientes ~ Gastón Segura

Imagen
A puro huevo, aislado de lo constitucional (o protegido por ello), ante quienes hacen cumplir la ley (a su manera), declara en la habitación de un hotel ante el testigo mudo de la grabadora, evidencia legal que alguien entregará a un juez. Su vida pende de un hilo; sabe que le han investigado, pero no desde cuándo (ni hasta qué punto), por lo que ha de relatar una historia creíble; tan contundente como el agua, el café, el tabaco y el whisky que a demanda le suministran los dos guardias civiles que le custodian. La estancia se agranda y encoge al ritmo con que sus pupilas juntan recuerdos, desestabilizados con las puntuales e intencionadas interrupciones de los guripas. La burbuja inmobiliaria ha estallado dejando en la costa mediterránea proyectos poco rentables entre los que destacan un club náutico, un parque temático y un aeropuerto donde no aterriza nadie. Los políticos «agachan las orejas» pero los rusos están muy enfadados; han gastado mucho dinero en sobornos para bl

Mi nombre escrito en la puerta de un váter ~ Paz Castelló

Imagen
«─No conozco a nadie con una vida más aburrida que la suya. Si no fuera porque a veces se va de putas, ese tipo sería el más triste del universo.» Sin ahondar en detalles, esta podría ser una definición más que aceptable de la vida de Mauro Santos, uno de los dos protagonistas principales de «Mi nombre escrito en la puerta de un váter» , la segunda novela que publica la alicantina Paz Castelló .   Mauro es un escritor frustrado, desdeñado por las editoriales, que subsiste gracias a la pequeña librería que regenta en los bajos de su casa. Acaba de morir su padre, al que sufrió durante muchos años, y ahora vive solo con su loro, quien no para de recordarle algunas de las frases escuchadas al viejo: «¡Mauro! ¡Inútil! ¡Eres un inútil!» . Próxima a su casa vive Olvido, de quien lleva enamorado (y no correspondido) toda la vida, y la hija de esta, Cristina, cuya infantil inocencia otorga un halo de luz a su triste vida. En la acera contraria, Germán Latorre, uno de los rostros