Europa ~ David Llorente


La portada. El que tenga dudas sobre esta novela que se fije en la clarividencia de la portada. Quizá su mente no alcance a comprenderla, pero tras la lectura su alma la entenderá.

La narración comienza de forma potente y directa, en primera persona, por boca de Aureliano Luminaria, el hijo de Max Luminaria (protagonista de 'Te quiero porque me das de comer'; cirujano y asesino en serie más famoso de Carabanchel), contándonos cómo vengó el atropello mortal y premeditado (según él) de su amante, y cómo lo justifica: «los maté en legítima venganza» / «la venganza es más digna que la justicia»; y lo hace mientras nos va presentando a otros personajes (proceso constante en toda la novela), cuyo punto de vista y situación a lo largo de la historia hace que se repitan ciertas secuencias antes observadas por el lector, con ligeras variantes que nos van descubriendo nuevos detalles del ajusticiamiento, poniendo a prueba al lector sensible o de arcada fácil.

Progresivamente irá tomando importancia la figura del padre (Max Luminaria), y a pesar de los sádicos consejos que le da a su hijo, y que podían aventurar más género negro: «No me gusta que acabes con ellos de un tiro en la cabeza.» / «Me explicó que el asesinato contaba de tres momentos: El miedo de la víctima cuando sabe sin género de dudas que la vas a matar y de que no existe ninguna posibilidad de que no la mates, las intervenciones en su cuerpo que la deben llevar al paroxismo del dolor sin que se desmaye y el tránsito lento de la vida a la muerte.», las circunstancias hacen que el texto vaya tornando hacia la ciencia ficción, hasta hacernos convivir en ella dentro de la mente de un cíborg.

El salto de género no es brusco, ya que desde el comienzo el ambiente donde se desarrolla la acción ha ido contaminándose (gradualmente), enturbiándose hasta convertirse en una atmósfera irrespirable donde la contaminación ejercida por el poder ha eclipsado la podredumbre humana del asesino. Ya se sabe, quien controla los medios de comunicación, controla las mentes (y las masas), y en la novela va surgiendo todo aquello en lo que los poderosos quieren que mantengamos la mente ocupada (corrupción del adversario, inmigración, crisis climáticas, violencia urbana, guerras de banderas, de sexos…) mientras ellos siguen a sus cosas. ¡Casi te hacen añorar esos tiempos no tan lejanos en los que todas las semanas nos metían por los ojos que un perro había vuelto a morder a alguien!; ahora se ve que el interés (la desorientación) va por otros lares. No hay mayor esclavitud que la de aquellos falsamente convencidos de su libertad; Europa está enferma, ¡qué duda cabe!

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