Los lentos pasos que nos han traído hasta aquí ~ Juan Marchán

Para aprobar la asignatura del eminente catedrático Práxedes Cruz, sus alumnos de segundo y último curso de Criminología, agrupados de tres en tres, han de presentar un trabajo del que poder extraer algún fundamento coherente sobre un suceso del pasado, elegido libremente, que haya quedado sin resolver.

Bruno, Carlota y Fuentes eligen indagar sobre la desaparición en 1977 del argentino Trémulo Ardiles, amigo de Emiliano Feliz, otro de los profes de primer curso, quien les cuenta que tras recibir una misteriosa carta, viajó de Madrid a Granada, y nunca más se volvió a saber de él.

En esas primeras páginas, Fuentes, hombre refranero donde los haya, sin siquiera él saberlo, nos desvela algo importante que poco a poco irá cobrando sentido: «la mayor desgracia de un loco es dar con otro».

La narración avanza con gran interés hacia la resolución del caso, peregrinando por el diario de Carlota, la transcripción de los archivos sonoros de Bruno, los apuntes en uno de sus cuadernos, pero… ¿quién dijo que las investigaciones son así de fáciles?

Algo similar debió de pensar Juan Marchán, conocedor de los entresijos que se cuecen entre bambalinas, en esta su ópera prima; no en vano, tras foguearse en el oficio de periodista, lleva décadas ligado al mundo de la farándula, siendo el actual Coordinador de comunicación y difusión del Teatro de la Zarzuela.

Transmitido lo anterior, la novela gira en el tiempo, y el mejor consejo para afrontar las siguientes páginas es mantener la calma. Lápiz, papel y mucha paciencia serán necesarios para hilvanar la información que como quien bucea entre las brumas del pasado, nos adentra por la Argentina de Videla, los servicios secretos y las desapariciones masivas, Brasil, España, la Guerra Civil, una policía al margen de la ley… continuos viajes donde la trama se diluye, siendo capaz de poner en evidencia la avidez del lector más perspicaz. Cuando estás pensando en tirar la toalla, en que son demasiados los frentes abiertos y la lectura se ralentiza más de lo deseado, recreándose en demasía con la familia del desaparecido, el autor, como si leyera nuestros pensamientos, nos sorprende con esto: «No es casualidad que nos detengamos en las peculiaridades de la familia Ardiles Barbieri más de lo que tal vez alguno de ustedes estime oportuno. No es gratuita la descripción de cada pormenor, ni desechable cada testimonio detallado», y no queda otra que seguir adelante y avanzar por este libro de biografías extraviadas.

Pudo ser un golpe maestro, una desaparición como la de tantos cientos que anualmente nadie investiga en España, cuyos cuerpos jamás aparecerán, pero aquí algo falló, y aún sujetando cada incógnita con otra nueva, las últimas ochenta páginas ya ruedan solas hasta conocer la verdad, una realidad a la que hubieran renunciado nuestros estudiantes de haber sabido el precio que tendrían que pagar.

Los lentos pasos que nos han traído hasta aquí no es una novela fácil, apta para cualquier lector, pero es una novela interesante, construida con buena literatura que extrañamente gana enteros cuando, ya sabiendo el desenlace final, uno opta por releerla, aún de forma aleatoria. Si se atreven con ella, una cosa les quedará clara: a Juan Marchán, osadía no le falta.


► Reseña publicada originalmente en la web especializada en Novela Negra: SomNegra

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